Mediador: ingeniero de la paz



Las relaciones humanas son complejas, diversas y volátiles. Volátiles porque durante una interacción jovial, amena, formal, rutinaria o eventual, como un rayo, se cae repentinamente en una confrontación por un desliz de cualquier tipo o interpretaciones rebuscadas de lenguaje corporal.



 



Algunos miembros de esa sociedad obstaculizan el progreso a la armonía. Son individuos que por problemas personales o, al parecer por simple placer, adoptan actitudes disonantes con la paz buscada.

El especialista argentino en mediación y negociación, Francisco Ingouville, en su libro Relaciones Creativas explica el oficio del intermediario a través de anécdotas propias y de personas que conoció a lo largo de su vida. Ingouville habla del objetivo del buen mediador como aquel que consigue que las partes en conflicto deben lograr un acuerdo que beneficie a ambas partes de la forma más equitativa posible: “Una solución "ganar-ganar”.

Con historias propias, de la cotidianidad, relatos de amigos y profesores, explicaciones de fenómenos y ejercicios o analogías usadas en sus clases en seminarios y la Universidad de Harvard, el experto instruye maneras astutas y simples de evitar confrontaciones y solucionar fácilmente los problemas que se presentan en la vida. Habla de sacar los prejuicios que pueda tener un interlocutor hacia el otro, simplemente escuchando lo que sea que tenga que decir la contraparte y que él aporte luego su testimonio.

Trata de enseñar que el mejor camino para llegar a una solución es que ambas partes se escuchen, que expongan sus posiciones, sus argumentos, sus motivaciones, simplemente saber qué quieren lograr con la pelea o que quieren conseguir con ella. Como dice el experto en administración pública en su publicación: "Entender no necesariamente significa estar de acuerdo".





La sociedad está compuesta por personas diferentes: algunas tranquilas y pasivas, otras valientes, otras violentas,  también hay seres calmados y con carácter, entre otras variedades. Durante la vida se presentarán situaciones que pondrán a prueba y demostrarán qué tipo de personas somos, que tan fuertes o que tan débiles podemos llegar a ser, qué tan valientes o cobardes nos mostramos ante el peligro, qué tan egoístas o altruistas somos en realidad. También se resaltan cuales son los aspectos de mayor interés en la vida para cada uno. Estas experiencias permiten madurar y aprender a prepararse para la próxima vez que se enfrente un desafío similar.
Familiares, amigos y ciudadanos en general discuten y disienten por muchas razones que varían en su contenido, magnitud y  consecuencias. Por ejemplo, discusiones en comités u organizaciones ciudadanas por estar en desacuerdo sobre un punto particular o porque las acciones de uno de los miembros desvirtúa o tergiversa los acuerdos y compromisos en el seno de dicha organización.

Con base en algunos consejos de personas sabias y por algunas historias del libro de Francisco Ingouville, se concluye que sólo hay una manera de controlar y contrarrestar a la persona conflictiva y vengativas -quienes muchas vece no miden las consecuencias que generará su actitud o el perjuicio a sus semejantes-. Calma y paciencia.








La paz se logra derrotando la violencia con acciones contrarias. Así lo logró Mahatma Gandhi en la India con sus métodos de protesta: las huelgas de hambre y la resistencia no bélicas ante el gobierno británico.  "A veces se requiere de más valor para no pelear", profesa Ingouville.

El trabajo de mediador requiere de una actitud tranquila, calmada y equilibrada, pero con carácter para apaciguar a las partes,. Pero debe ser una persona muy centrada para no inclinarse hacia una tendencia o bando, y mantenerse dentro de sus casillas. Su labor es apagar el incendio, no ser alimento para las llamas.

Es difícil mantenerse neutral, porque el mediador también es humano. Sin embargo, no deja de ser su deber profesional mantenerse al margen. El conciliador es una pieza crucial para lograr el acuerdo y promover la sinergia, llevando a los involucrados a la solución más justa posible para ambos.

Los deseos de paz y unidad universal pueden ser vistos como anhelos ingenuos e ilusiones, pero la armonía y la convivencia siempre serán alcanzables si todas las personas así lo quieren y, por supuesto, si la gestión facilitadora del mediador es efectiva.

La clave para instaurar la paz es conseguir la empatía mutua entre las partes, es decir,  que conozcan bien sus propias motivaciones y las de la otra persona para dilucidar juntos la respuesta al acertijo que son los puntos de coincidencia; sólo así ganarán tanto las personas afectadas por el asunto como el mediador, quien, aunque hace muy poco, abre un camino entre el mar de detalles que les obstruye su paso abriendo una senda hasta el beneficio mutuo. Hay que impedir que las pequeñas nubes negras opaquen la belleza del firmamento.

Hay que incentivar la unión por las diferencias que enriquecen a una sociedad, y ser la luz que cure una ceguera voluntaria a beneficios colectivos. Las partes son responsables de hacer el puente. Si se ignora cómo hacerlo o no son capaces, que busquen la ayuda de un mediador. Como el ingeniero que dirige la obra, él puede ayudar dirigiendo la construcción o reparación.



Pache

Comentarios

  1. Buen resumen acerca del rol del mediador en los conflictos interpersonales, Francisco. Bien expuesto, sencillo, concreto, resalta la importancia de una buena comunicación y de la empatía y a la par evidencia el problema que suponen las diferentes conductas y filtros humanos en el escenario de las relaciones sociales. Me gustó bastante. Te invito a mi blog lobigus.blogspot.com y me alegra saberte bien. Un abrazo! Gustavo

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